Thursday, May 26, 2011

Un centavo de nada (Fragmento) en Sexo y Saxofón. Gonzalo Arango.






Da una vuelta por el parque Boston. La vida a su alrededor: ve jugar los niños, coquetea con niñeras negras, doblan la campanas, pasa un entierro al declinar la tarde, la gente se va para matiné, son tan normales, las chicas van tan frescas y bonitas, tendrán sus caricias, sus besos furtivos y el amor será en ellos una flor trémula que abre con los rayos de un sol tibio como el deseo.


Pero piensa don Blas...  Piensa si ya estará solo, en su cajón atiborrado de billetes sucios pero que dan la felicidad, sirven para invitar las chicas al cine, tomar helados en los Ride Inn, salir al campo y   en las terrazas y balcones donde se contempla la ciudad, y uno ve nacer la noche, brillar las estrellas como bacilos planetarios en el cielo incipiente, soplar los torrentes de aire  fresco impregnado de limo y yedra, oír el susurro de cantos agoreros, alegrarse con ginebra y un cubito de hielo flotando en la limonada, bailar  y respirar tu olor de nuca,  el pelo de ella sobre la frente de uno, el latido de ella en mi latido, pensar que la vida es bella, que el mundo es un inventico estupendo, que mis padres hicieron bien al engendrarme, que es idiota estar muerto o no haber nacido, perderse en esa ilusión loca del amor y del sueño...


 Luego termina el baile, uno mira los ojos de su chica, la desea, ella lo mira a uno, lo desea, y eso será posible un día de estos en alguna parte, tal vez esta noche o mañana, no, mejor esta noche pues ahora somos felices, tú eres bella, eres pura,  eres casi un ángel, yo te amo, tú me miras con cierta rareza, yo sé, no es una mirada del mundo que nos dio la vida para que me vieras y descubrieras en mi todo lo que en ti es secreto, misterio y ofrecimiento.


 Ya sé: la tuya es la mirada con la que te busco, con la que te encuentro, con la que miras las estrellas, con ese éxtasis.

Sí, no es necesario decir nada, está bien el silencio, está bien todo, habrá un futuro para nuestros cuerpos, para nuestra dicha, yo entiendo, reconozco tu olor, tu fascinación.

Te ofrezco un cigarrillo fumamos, nos lanzamos el humo a la cara como dos enemigos  se lanzan un desafío a muerte, que nos va a suceder, de lo que se nos viene encima como un cataclismo, al que no podemos huir porque ya hemos consentido, porque ya lo hemos jurado sin poner a nadie de testigo porque tú y yo somos fieles a la carne que es nuestra religión porque tú eres una mujer y yo un hombre y esto es importante.

¿No te parece delicioso que estemos embrujados?

Cuando tú quieras, si quieres esta misma noche, iremos a otro sitio, tengo 500 pesos para que los gastemos en ser felices, a ti te gusta ir al Grill Piemonte y bailaremos hasta el amanecer, tú te pondrás el vestido negro que tenías aquella noche, no olvides tu sortilegio en la nuca, tú sabes cómo me excita ese perfume, y adórnate con el collar japonés o cualquier collar de los muchos que tienes, o yo te pondré mis diez dedos en tu nuca como un collar que te fuera a ahorcar, y así bailaremos en nuestro rincón, y tomaremos brandy en panzudas copas de Baccara, hablaremos de cositas cursis, y nada más o simplemente nos miraremos.

Pero si lo prefieres, puedes dejarte tus slaks negros, te van divinamente bien con esa blusa morada, sólo que le gustaras a todo el mundo y no lo soportaré.
En fin, no es por celos, yo entiendo que es natural que le gustes a todo el mundo, pero si debe ser por celos, pues sería fantástico que no me gustaras sino a mí y ojalá yo pudiera ser un milagro para volverte invisible y solamente yo te viera, con tu mirada algo taciturna, tu naricita respingada, con ese modo tuyo de gustarme, y cuando cantas sobre mi oído al bailar con esa concentración que te pone tan ausente, porque te aleja de mi aunque estés en mis brazos pero yo sé que estás en lo que has debido ser, en lo que es tu gloria: ser cantante y marcar los acetatos con tu voz imponderable que me recuerda a Edith Piaf cuando canta “Les Amantes de Demain”, pero sobre todo a July London, aquellas canciones que me prestaste para que te recodara (no era tu intención),  y yo te decía: “Canta como tú, por eso me gusta”. Y tú me reprochabas modestamente.  
No canta como yo, por eso te gusta, porque tú tienes muy buen gusto

Pero, en fin...


Wednesday, May 25, 2011

Y si quedándome aquí no consigo que deje de llover…






Por favor...


Podrías...


Llevarte el frío.


Traerme el viento.


Cantar... tan suave como siempre.


Descubrirte el brazo.


Llevarte el frío.



Saturday, May 14, 2011

Un lamento que arrulla las angustias del alma.



Un tinte morado intenso como el crepúsculo.






"... así sucesivamente por el puente dentro de la
 jaula de cristal, todos apiñados, gusanos, hormigas, saliendo a rastras de
 un árbol muerto y sus pensamientos saliendo
 también a rastras... " 


 Tropico de Capricornio. H.M.

Saturday, May 7, 2011

Cansada, a oscuras, con miedo...



Hoy volviste y no fue como esperaba.

Volviste contento quitándote la ropa y tus palabras como explosión de ruido blanco interrumpen la calma que sobrecogía mi alma.

Llegas con cuidado oliendo mis manos, prometiendo que todas las mañanas te veré desde mi ventana con tu abrigo que se parece al del Principito y que voltearás para sonreír de la forma más linda… en la que nunca sonríes.

Te acuestas en mi hombro, caes a mis piernas así como las hojas del cielo caen sobre nosotros. Me muestras una a una todas las postales que me compraste. Veo tu amor que renuncia a sí mismo en la cajita de madera que repleta de poemas y lagrimas traes para mí.

Después de tanto tiempo vuelvo a oír tu vos, aquella por la que cada noche lloré acostada en las esquinas de esta sórdida ciudad. Si alguien lograra imaginar cómo se desgarraba la vida de mi vida en cada segundo que no estabas y que yo tenía que enfrentarme a los otros y a mi misma buscándote ausente en ellos tan cerca y faltos de ti que queriéndolo dar solo podían traerme como brisa de amanecer este  frío que los sacos no quitan.

Mi mano lleva angustiosas horas sobre el papel despedazada sin mis extremos. “Te miro y me lleno de piedad porque vas a morir, y no soy Dios para impedirlo.”.